miércoles, 8 de mayo de 2013

10 fotogramas icónicos de la Historia del Cine




Serie Grandes Fotógrafos
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¿Acaso una película no es en esencia un montón de fotografías? ¿Una larga colección de momentos, instantes e imágenes congeladas? Bajo esta premisa volvemos de nuevo la mirada hacia el séptimo arte con ánimo fotográfico, y lo hacemos rescatando diez fotogramas, diez instantáneas icónicas de las que conforman algunas de las películas más representativas de la historia del cine. Como ocurre en casi todas las listas, no están todas las que son, pero sí son todas las que están.
"Viaje a la luna" ("Le Voyage dans la Lune", 1903), de Georges Méliès. En sus inicios el cine era considerado poco más que una atracción de feria, un entretenimiento y una curiosidad sin más pretensiones. En esos tiempos remotos el francés Georges Méliès fue uno de los primeros cineastas que vieron en el invento de los hermanos Lumière un nuevo vehículo para la expresión artística, la narración y la magia.
Así, y echando mano de su gran pasión por el ilusionismo y el dibujo, Georges Méliès elevó las posibilidades narrativas del cine y fue pionero en el uso de infinidad de técnicas cinematográficas como las exposiciones múltiples, la disolución de imágenes, el coloreado de fotogramas a mano e incluso el ahora tan de moda "time-lapse".
Su obra más emblemática es sin duda "Viaje a la luna", de 1903, una fantasía espacial cargada de imágenes memorables como aquella del cohete incrustado en la superficie de una humanizada luna. Sin embargo hemos preferido escoger otro momento de la película, una de esas composiciones barrocas y surrealistas donde la ilustración de los decorados y la imagen real se funden para crear magia pura.
© Star Film

"Nosferatu el vampiro" ("Nosferatu, eine Symphonie des Grauens", 1922), de F.W. Murnau. Con Europa devastada por la Primera Guerra Mundial, surge en Alemania la que sin duda es una de las corrientes estilísticas más fascinantes que ha dado la breve historia del cine: el expresionismo. Con una filosofía pareja a la de la corriente pictórica del mismo nombre, los cineastas expresionistas exploran la subjetividad, la psicología y los límites de la percepción en películas cargadas de sombras, decorados angulosos y encuadres imposibles.
Una de las grandes obras de este movimiento fue "Nosferatu el vampiro", dirigida por F. W Murnau en 1922, una adaptación libre de la célebre novela de Bram Stoker, "Drácula". En este fotograma seleccionado la sombra del Conde Orlok, que se proyecta amenazante sobre la pared, y la presencia de líneas diagonales componen una terrorífica imagen que ha sido homenajeada y copiada hasta la saciedad.

© Prana-Film GmbH

"Casablanca" (1942), de Michael Curtiz. Posiblemente una de las películas más icónicas que se hayan rodado jamás, el paradigma total del cine clásico, una obra rodeada de mil anécdotas y leyendas sobre la que se han escrito ríos y ríos de tinta. No podía faltar en esta selección una instantánea de "Casablanca", un filme inmortal que versa sobre el amor, la amistad y la fidelidad a los principios y los ideales.
Y de entre todos los momentos míticos del metraje nos quedamos con la despedida entre Rick Blaine (Humphrey Bogart) y Ilsa Lund (Ingrid Bergman), una composición perfecta con ambos protagonistas de perfil cruzando una de las miradas más auténticas que ha dado este arte. Además, el uso del claroscuro potencia la fuerza de la imagen inundándola con un halo de nostalgia.
Como curiosidad se dice que el director de fotografía de "Casablanca", el artesano Arthur Edeson, se tomó especialmente en serio su trabajo en las tomas protagonizadas por Bergman, fotografiando casi siempre su perfil izquierdo -el preferido de la actriz- y destacando el brillo de sus ojos mediante el uso de filtros. Edeson, por cierto, siempre confesó la influencia que tuvo en su carrera el expresionismo alemán, especialmente en esta película.

© Warner Bros. Pictures
 
 
"Centauros del desierto" ("The Searchers", 1956), de John Ford. Dejamos de lado el blanco y negro para adentrarnos en el wéstern, género cinematográfico por antonomasia, y en su santísima trinidad: John Ford, John Wayne y "The Searchers", una película rodada en 1956 y estrenada en España con el absurdo título de "Centauros del desierto". Una obra inmortal y que contiene un lirismo y un sentido de la épica que medio siglo después sigue poniendo los pelos de punta, gracias en buena parte al rodaje en increíbles parajes naturales como el Monument Valley de Utah.
John Ford contrapone con sabiduría el calor del entorno doméstico, el hogar, frente a la inmensidad del desierto por el que los protagonistas vagan como espectros desdibujados. Buena muestra de ello son estos dos instantes análogos que pertenecen, respectivamente, al prólogo y el epílogo de tan fascinante película.
 
© Warner Bros. Pictures.



"El planeta de los simios" ("Planet of the Apes", 1968), de Franklin J. Schaffner. Una advertencia: lo que viene a continuación es un "spoiler" en todo regla. Y es que avanzamos hasta la década de los sesenta para seleccionar una imagen que pertenece a uno de los finales más sorprendentes que se han visto jamás en la gran pantalla. Nos referimos, cómo no, a la escena final de "El planeta de los simios", todo un referente en el género de la ciencia ficción.
Y es que en una época en la que aún coleaba la Guerra Fría y la amenaza nuclear, este fotograma es la viva estampa del Apocalipsis, la devastación y la extinción de la raza humana. Una imagen icónica que, a su vez, se sirve de otro icono como es la Estatua de la Libertad, majestuosa y parcialmente sepultada en una playa desierta, último vestigio de lo que un día fue la humanidad.

© 20th Century Fox

"La naranja mecánica" ("A Clockwork Orange", 1971), de Stanley Kubrick. Pocos directores de cine han desarrollado un estilo compositivo tan particular, constante y fácilmente identificable como el de Stanley Kubrick. Un estilo que alcanzó su culmen en "La naranja mecánica", parábola sobre la naturaleza de la violencia ambientada en un futuro "distópico" no muy lejano.
Una luz fría y sin artificios inunda todo el metraje de la película, que está cargada de composiciones en las que impera la simetría y el equilibrio. Tal y como ocurre en este siniestro instante en el que las sombras de Alex DeLarge -protagonista de la cinta- y de su pandilla se proyectan amenazantes sobre su próxima víctima.
© Warner Bros Pictures / Stanley Kubrick Production

"El Padrino, parte II" ("The Godfather: Part II", 1974), de Francis Ford Coppola. Pocas películas han logrado tanto consenso entre público y crítica como las dos primeras partes de la trilogía de "El padrino", que ocupan repetidamente los primeros puestos de las listas de los mejores filmes de la historia. Uno de los aspectos más fascinantes de esta obra de Francis Ford Coppola es sin duda la cinematografía de Gordon Willis, uno de los operadores más venerados de Hollywood.
Aunque quizás las escenas más icónicas de "El padrino" son las protagonizadas por el patriarca Vito Corleone, encarnado por Marlon Brando, hemos preferido rescatar una imagen de la segunda parte, en la que Michael Corleone toma las riendas de la familia aceptando su trágico destino. Y ahí lo tenemos, sentado en su trono, sumido en la penumbra y la soledad, visto desde un ligero contrapicado, como si los espectadores fueran los súbditos de su reinado. La penetrante mirada de Al Pacino pone el resto.
© Paramount Pictures

"E.T. El extraterrestre" ("E.T. the Extra-Terrestrial", 1982), de Steven Spielberg. La década de los 80 es la del cine de entretenimiento, la de los arqueólogos con látigo, la de los viajes en el tiempo y los niños que buscan tesoros. Y cómo no, es la década de E.T, una película que marcó la infancia de toda una generación y que, como toda gran obra, ha tenido innumerables imitaciones.
¿Y cuál es la imagen más emblemática de este filme? En esta ocasión parece bastante fácil poner de acuerdo a todo el mundo. Y es que el momento en que Eliott y el pequeño extraterrestre vuelan en bicicleta por delante de una gigantesca luna llena es uno esos instantes que quedan grabados en la retina para siempre. Una composición cargada de magia que aún resulta más memorable acompañada por la inolvidable partitura de John Williams.

© Universal Pictures


"Pulp Fiction" (1994), de Quentin Tarantino. El cine de los años 90 está marcado en buena medida por la sonora irrupción de Quentin Tarantino y su extensa legión de imitadores. Su peculiar cine es, sin más, un alocado pastiche de estilos, un homenaje continuo a todo el cine que él mismo consumió en su juventud, y todo ello aderezado con diálogos chispeantes, un particular sentido del humor y altas dosis de violencia.
Estrenada en 1994, "Pulp Fiction" fue la película que consagró a Tarantino y lo convirtió en un director de culto. Esta imagen merece estar en este recopilatorio por el impacto y la influencia que ha tenido, por vestir a dos asesinos con impecables trajes negros, por inventar una nueva manera de empuñar un arma, por ser la imagen misma de la posmodernidad y porque Samuel L. Jackson y John Travolta jamás fueron tan "cools".

© Miramax Films / Band Apart / Jersey Films


"El pianista" ("The Pianist", 2002), de Roman Polanski. A medida que uno se acerca al presente es más difícil encontrar una imagen mítica o icónica, pues el paso del tiempo cobra un enorme peso a la hora de asignar estos atributos. Para cerrar este recopilatorio entramos de lleno en el siglo XXI en busca de una de las imágenes más estremecedoras que ha dado el cine reciente.
Y ésta no es otra que la del actor Adrien Brody caminando entre las ruinas de una Varsovia devastada por la Segunda Guerra Mundial en "El pianista", de Roman Polanski. Una instantánea en la que casi no existe el color y que, a pesar de su crudeza, parece una ensoñación, una pesadilla.
© R.P. Productions / Heritage Films / Studio Babelsberg / Runteam Ltd


Artículo de Álvaro Méndez
Más información en: www.quesabesde.com
 

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